La Nada no es mi amiga pero ella siempre se queda conmigo
aunque mis camaradas muchas veces no lo hagan cuando más los necesito.
Me acompaña al cine, a los museos, a tomarnos unas cañas mientras miramos juntas al vacío. No tengo que llamarla, no hacen falta
suplicas, ella siempre se apunta aunque mi conexión a Internet vaya por wifi y la
mitad de las veces no me encuentre localizable. Ella siempre sabe por dónde ando porque nunca se arriesga a perderme del todo de vista.
No tenemos tan mala relación…cuando yo le digo que se vaya,jamas me hace caso, eso es cierto, pero tampoco da puñetazos en las paredes
ni grita, ni me deja sola en mis peores momentos y hasta cuando lloro, ahí sigue
al pie del cañón. Nunca me da la espalda.
A veces me hace sentirme fuerte, como cuando hacemos planes
de pareja pero solas, mientras miramos por encima del hombro y con algo de
envidia disimulada a cada idílico dúo que nos vamos encontrando en el camino.
Es verdad que no puede besarme de verdad y que lo echo de
menos pero en cierta manera es mejor así porque a veces pienso que los besos
son como un contrato sadomasoquista en el que sabes de antemano que no vas a
salir muy bien parado pero que siempre terminas aceptando inexplicablemente.
Me muero de miedo, quizás algún día la nada deje de
perseguirme y por fin pueda alcanzarme de lleno y con su abrazo mortal me termine
convirtiendo en una vieja loca y sola.
Por ahora aunque lleve la voz cantante no ha conseguido
ganarme del todo. Soy una joven loca y sola y algunos me dicen que ahí reside
mi ventaja, que con la juventud todavía queda esperanza, que a lo mejor, después
de todo, me acabo salvando de sentarme en el banco de las palomas…
Me encanta.
ResponderEliminarA lo que tú llamas nada yo llamo oscuridad, y miles de veces le he escrito palabras demasiado parecidas a las tuyas.
Creo que a veces somos nosotras quienes nos atamos a ese sentimiento porque sino... ¿qué sentiríamos en determinados momentos?
Eso asusta más.
Me quedo por aquí para leerte :)
Besos